De catrinas y calaveras en el Día de los Muertos
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Puebla ha convertido lo que fue un ritual en honor de los muertos en próspera industria turística, no hay comercio que no tenga en su aparador a una Catrina, igualmente los restaurantes además de montar su altar de muertos, verdaderas piezas ornamentales alusivas a este tema. Meseros, garroteros, personal que atiende la caja, etc, ya sea hombre o mujer van maquillados y vestidos en alusión al personaje creado (1873) por el caricaturista mexicano José Guadalupe Posada.
A pesar de su antigüedad la huesuda ataviada de manera elegante, tomó auge en los últimos años a nivel internacional cuando en una película de James Bond filman una parte del desfile de catrinas, esta proyección hizo que muchos voltearan a ver el espectáculo con visión empresarial.
Entre los lugares con tradición está Cholula, donde al igual que la capital poblana celebra un desfile de catrinas, y destacan varios restaurantes con las meseras mejor ataviadas. En la Cd. de México las alcaldías, unas en mayor grado que otras también ofrecen espectáculos alusivos, además de instalar calaveras gigantes en los espacios públicos, sin que falten los desfiles o festividades en puntos donde se concentran las familias para convivir.
Iztapalapa tiene no sólo la Catrina de mayor tamaño con 28 metros de altura, sino la más original, la exhibición de esta figura mítica, la acompaña en esta ocasión un programa de 150 actividades organizado por la alcaldía.
LA PROCESIÓN NÁUTICA DE TAMPICO.- En el Puerto Jaibo hay una procesión náutica de catrinas en el Canal de la Cortadura que participan en un desfile montado en lanchas. Desde 30 de octubre y hasta el 6 de noviembre los tampiqueños celebran el Día de Muertos con ese paseo en embarcaciones y otros programas que se montan frente a la presidencia municipal.
En Victoria el ayuntamiento que preside Eduardo Gattás convocó a un concurso de catrinas, fue un gran esfuerzo de los participantes y de la autoridad municipal que ven futuro en la creación de una nueva cultura en esta festividad. Una tarea que no es fácil, empezando porque hay que desarrollar la habilidad de los maquillistas, las expresiones de alegría de las calaveras es fundamental para inyectarle a los eventos regocijo.
Los desfiles, concursos, y otras actividades no sólo es una forma de arraigar un ritual que forma parte de nuestras raíces, como es el Día de Muertos, sino además constituye oportunidad para la recreación, la convivencia familiar y la apertura de estas clase de actividades que de ser constantes, pueden ser un atractivo en la zona centro para los habitantes de los municipios que rodean a la capital y eso se traduce en reactivación económica turística.
Ojalá que esta práctica se tome en serio en los años sucesivos, es decir más allá de la presente administración, para ello es importante que se tenga la experiencia de otros eventos celebrados en lugares donde son una tradición. Por ejemplo, los carnavales nunca fueron un éxito, ni en Tampico, ni en Victoria, ni en ningún otro punto de nuestra geografía, partiendo de que los organizadores no tenían esa cultura y no vieron la importancia de conocer y disfrutar de un carnaval profesional para luego intentar ponerlo en práctica.
Lo mismo puede ocurrir con los desfiles de catrinas, si los organizadores “en su vida”, no han presenciado el espectáculo de las catrinas, hoy los videos de esas experiencias pueden ser la clave del éxito futuro.
CALAVERA DE POSADAS NO HONRA A LOS MUERTOS.- El apunte final sobre el origen de La Catrina de J. Guadalupe Posadas (1852-1913) es que el caricaturista representó a una calavera ataviada con un sombrero de plumas al estilo de la moda europea de esos tiempos, y fue bautizada como “Calavera Garbancera” en alusión a las personas indígenas que vendían garbanza y renegaban de su raza y de su herencia cultural. En esa primera ocasión la caricatura fue acompañada por un texto que decía “En los huesos, pero con sombrero francés con plumas de avestruz”.
No fue un homenaje o ritual a la muerte, fue una crítica a un grupo social que quería aparentar lo que no era. Se refería principalmente a las personas que rodeaban a Porfirio Díaz y que aparentaban un estilo de vida que no correspondía a su auténtica clase social.
Fue el muralista Diego Rivera el que bautizó a la calavera de Posadas como “La Catrina”.
Por otra parte José Guadalupe Posada, era un cronista satírico que a fines del siglo XIX y principios del siglo XX, cultivó un género que se conoció como “calavera literaria”. Los periódicos del siglo XX desarrollaron dentro de sus contenidos en el Día de Muertos la publicación de lo que ahora conocemos como “calaveras” y que eran alusivas (siempre críticas) a los políticos del momento.
Pero esa tradición se fue degenerando y en los últimos tiempos en lugar de generar críticas, las calaveras eran aplausos.
Moraleja, las cosas no son lo que aparentan, la Catrina no nació en alusión al Día de Muertos, las calaveras como género era un estilo crítico hoy en decadencia, pero constituyen actualmente una expresión cultural mexicana que ya está presente en varios países de Europa donde la elegante dama hace presente a México, de igual forma en Estados Unidos e incluso Canadá. No la dejemos perder, hagámosla nuestra en esta entidad tamaulipeca tan alejada de muchas tradiciones mexicanas, quizá por nuestra vecindad con el Estado Americano.
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