Abatidos, pero no fuera de combate
Es muy frecuente hablar del camino al éxito, todos queremos llegar al más anhelado triunfo, pero muy pocos estamos dispuestos a vivir los fracasos y entender que de cada uno de ellos se aprende, que las malas experiencias forjan las grandes victorias.
El fracaso es necesario para la maduración de la personalidad. La vida humana está tejida de aciertos y errores, de cosas que han salido como se habían proyectado y de otras que no han llegado a buen puerto. La existencia consiste en un juego de aprendizajes. Por lo general, se aprende más con los fracasos que con los éxitos o, por lo menos, tan importantes son los unos como los otros.
Pero, ¿a qué se le llama fracaso? Podemos definirlo del siguiente modo: es aquella experiencia interior de derrota, consecuencia de haber comprobado que algo en lo que habíamos puesto nuestro esfuerzo e ilusión, no ha salido como esperábamos. Es la conciencia de no haber cubierto la meta propuesta. La vivencia inmediata es negativa, esta surcada por una mezcla de tristeza y desazón interior.
El preámbulo viene a colación porque el fin de semana pasado la selección mexicana de futbol perdió ante Argentina, y los mexicanos en general experimentamos un derrumbe, una tristeza ante un fracaso que no fue propio.
Decimos que el fracaso no fue propio porque solo fueron los jugadores los que estuvieron en la cancha, pero la selección mexicana nos representa y la derrota sacudió, pegó fuerte en el ánimo de todos los mexicanos.
Cierto, puede ser que las alineaciones que enviaron a la cancha no fueran las mejores, y si a eso le sumamos los intereses perversos de cómo se maneja el fútbol en nuestro país, pues estamos fritos.
Muchos mexicanos de los que andan en Qatar, que ahorraron, que se gastaron su dinerito, y no faltó quien hasta empeñara sus propiedades para ir a tierras mundialistas para acompañar a la selección mexicana, no merece tanta decepción.
Hay quienes dicen que el culpable es el director técnico de la selección mexicana de origen argentino, otros dicen que la culpa es de los jugadores que se achicaron ante el rival y no sacaron la casta de mexicanos, que les falto coraje para defender los colores patrios, y tal vez así fue, pero también es verdad que el culpable aquí es el mal manejo de la selección y la corrupción que impera en todos los clubs de futbol, no le apuestan como debe ser al representativo mexicano.
Pero bueno, en el futbol como en la vida, no siempre saldrán las cosas como las imaginamos, más no por ello, claudicaremos en nuestras metas.
Hoy juega la selección, los mexicanos aun con las derrotas vibramos de emoción, con la esperanza, porque bien dicen es la última que muere, de que este día el equipo mexicano saldrá a jugarse el todo por el todo.
Esperamos los mexicanos que los jugadores de nuestra selección con la experiencia de la derrota pasada, hoy salten a la cancha como guerreros en el campo de batalla a pelear por el triunfo como los grandes, a sacar el orgullo mexicano, a demostrar de que esta echa la raza de bronce.
Ojalá la derrota le haya dejado un buen aprendizaje a la selección mexicana y a su director técnico, y más que eso a los que manejan el futbol mexicano.
Y si, aquí estamos, ensangrentados, pero no vencidos, abatidos, pero no fuera de combate. ¡VAMOS MEXICO!
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